Todo vale no vale, cuando todo vale, estropeamos lo que vale, y nada vale.
Reiteración, o no, pero debemos separar lo bueno de lo malo, sino la fruta se pudre toda.
Vivimos en un entorno, en el que no desechamos nada, pero aún que duela hay que hacerlo, el aprovecharlo todo si es licito. Pero esto no tiene que justificar que todo vale.
Hay cosas que se pueden aprovechar pero otras que no. Sacar el mejor rendimiento de todo es la meta, pero no podemos perder el tiempo en aquello que nos impida avanzar.
Las prioridades se complican cuando hacemos más caso a nuestras vísceras que al intelecto.
Las vísceras nos recuerdan aquello que queremos y necesitamos, pero nos confunden con lo que de verdad necesitamos, nuestras necesidades muchas veces son falsas o inexistentes.
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