Y cuántas personas son felices en esa complacencia y resignación, y cuántas no lo son.
Si nos ponemos a investigar en serio, encontraríamos muchas más personas contentas con no aspirar a cosas que son inalcanzables, que aquellas que creen perder el tiempo en no encontrar sus sueños.
Y es que hasta soñar es una opción, jamás una obligación, y que tener inquietudes y aprovecharlas, es cosa de la persona, la cual decide en su momento aquello que quiere.
El que se queja, se angustia, y pone límites, no es culpa de lo que le rodea, sino de la misma persona que vive constantemente desesperada, porque jamás hizo lo que realmente quería.