Desde que hemos dejado de escuchar a los mayores, hemos empezado a perder la sensibilidad que nos hace falta, para poder entender la vida.
Vivimos en un mundo de prisas, en que aquellos que nos hacen ir más lentos, son desechados automáticamente.
También lo hacemos con los niños, pero la nota de atención de la sociedad nos hace rectificar. Pero el problema no es no escuchar a los niños, sino no escuchar al que se ha quedado atrás, para no retrasarte y perder el tren.
Escuchemos a nuestros mayores y aunque creamos que no tienen nada nuevo que decirnos, nos mostraran sin que te des cuenta que en realidad te estabas equivocando, que la vida es sencilla, que nosotros la complicamos con nuestros miedos, que hacerse viejo no es malo, y que todos estamos aquí para algo, que buscar el sentido a lo que nos rodea y prestar la atención que se debe a lo más cercano, es lo que realmente nos hace grandes, y es la forma de llegar a todo, sin perder el tren que tanto ansiamos. Imágenes vía web.