El punto de mira se puede dar en el individuo, la cosa, o el hecho.
En el individuo, depende de el y solo de el cambiar la situación que produce el conflicto el problema, el tiene la solución y los demás tienen la obligación de ayudarle a encontrar la salida.
La cosa en cambio tiene que ser protegida y controlada, ella por si misma no tiene forma de salir del conflicto, la dependencia es total de otros agentes, como el individuo, el medio y los hechos.
Los hechos, son los más complejos de evaluar, y corregir, no hay hechos malos ni buenos, sino hechos que nos indican el camino si es correcto o no. Son meros indicadores.
El pensar así nos aleja de la tradicional manera de ver las cosas desde un punto vista humano o sentimental lleno de eso que nos duele y modifica nuestras conductas.
Para analizar el conflicto en cualquiera de sus facetas es necesario tener nuestros miedos, frustraciones y deseos controlados.
El control no implica que seamos imparciales, lo que sea justo aflorará después y de cada una de las vías de investigación, que se abren en cualquier conflicto y en cualquiera que sea el punto de mira.
El individuo es un agente en potencia de cambio, y por tanto de salir de cualquier conflicto.
La cosa puede ser ignorada, o no tener aliados, su problemática tiene que ser implicación de muchos que quieran solucionar el problema, y encuentren en ello un provecho.
El hecho por su fuerza y peligro, ha de ser atendido con la mayor prioridad, es el más complejo, pero es el que el individuo sano es el principal sujeto y elemento indispensable para buscar la solución al conflicto, y depende directamente de la preparación y formación del mismo.
Lo que llegamos a la conclusión que es la persona la causante y también el remedio a todo tipo de conflicto.