No podemos juzgar a nadie ya que nadie ni roza la perfección. Como nos
atrevemos a juzgar y condenar, solo por la mera escusa de conseguir paz
social, adulterando la esencia del ser humano, que solo puede hacer el
bien y no ha de hacer el mal,¡ y como ves ya estamos juzgando!; y es que
podemos hacer el bien y el mal, y la vida es quien nos juzgará.
Avaricia, eso que instintivamente reproduce el hombre como un sistema de
autoprotección, y se destruye así mismo, ya que la felicidad no te la
dá la avaricia sino el saber compartir disfrutando de la dicha de los
demás que revierte siempre en la persona misma que comparte aquello que
hará crecer a la otra persona.
Pero la mujer y el hombre como ser diferente e individualista creador y
proteccionista, olvida todo esto, y confunde el sentido de la vida que
es crear bienestar y felicidad con las cartas tanto buenas como malas
que te ofrece la vida, ya que todas son necesarias para jugar la
partida, del juego apasionante que es la vida. Imagen via web.