Éramos dos niños, llenos de ilusiones, esperanzas, y sin proyectos importantes a la vista, de familias humildes, con historias totalmente iguales, con vidas simples, en un mundo que se descubría como un torrente de agua que corría a gran velocidad.Un día como hoy 11 de marzo conocí al hombre con el que he compartido y sigo compartiendo mi vida.
Salimos de todo ese mundo hullendo, del ruido, de falso, y sosteniendonos en lo único que teníamos nuestro amor.
Nos engañaron, y después nos dejamos engañar más, ya que nuestro amor estaba por encima de todo eso.
Trabajamos hasta desfallecer, luchamos, contra el cemento, el hormigón, la lluvia, y el poco dinero, ese que por mucho que trabajes solo da para vivir, o para no vivir si quieres ahorrrar. Ahorrar para tener algo en la vejez, y soy de las que piensan que si me muero para que ahorro para mí vejez, si soy mortal y no sé cuándo moriré. Mi decisión fue vivír.
Y sigo viviendo y feliz, sin arrepentirme de nada cuanto he hecho en mi vida. Ya que aprendí a arriesgar, a ganar y a perder, y descubrí que las buenas personas no existen y las malas tampoco, y que sólo depende de tí para estar agusto y compartir la vida con quién te rodeé, y alejarte cuando así te lo pidan.
Aprendí que que solo puede entrar en tu vida aquellas personas que quieran, y jamás las que tú quieras, ya que en eso consiste el amor. Y es que el amor es sabio y elige siempre a la persona que te acompañará en tu camino, luego el tiempo y el amor pone todo en el lugar que corresponde.