La maldad existe, es algo con lo que se tiene que contar, hay personas que disfrutan haciendo el mal, como el que disfruta haciendo bien. Es tan sencillo como eso.
La maldad, jamás hay que alimentarla, esta crece de forma mostruosa hasta limites insospechados, si no sabemos detectarla, y tratar de estabilizarla. La maldad estabilizada se puede controlar, y conseguir que la persona no disfrute haciendo daño eso es más complicado. Si la persona ha sido educada de forma que el mal era el universo y su verdad, es muy difícil que esta persona llegue a cambiar de actitud. Nadie sabe muy bien hasta que punto esa persona puede ser capaz genéticamente, en conservar esa maldad quizás innata desde el nacimiento. Y es que lo genético y familiar están tan unidos, que luchar contra ello es imposible, pero el mal también se puede moldear, y se puede conseguir que estas fuerzas negativas, tengan alguna utilidad para transformarlas en algo positivo. De forma que si estas personas empiezan a conocer las recompensas por cambio de actitud, cambien simplemente, por recibir recompensas, porque lo bueno nos gusta a todo el mundo.
La maldad existe, lo que no hay que hacer es negarla, pues entonces es cuando la batalla ya está perdida.
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