Para mandar hay que tener ciertas dotes, primero saber muy bien lo que tienen que hacer los que te rodean, más tarde saber evaluar qué tareas pueden realizar cada persona que te rodea, y sobretodo he imprescindible saber delegar en su justa medida.
Simpatía ante todo, pero firmeza sin bajar la guardia, confiando siempre en el criterio que da los mejores resultados.
Compatibilidad con el proceso continuo y formativo de todo el personal, incluido mandos y jefatura, con completa interrelación con la administración de la empresa, maximizando el capital económico y humano.
Posicionamiento con perspectivas de mejora, a corto, medio, y largo plazo.
Mandar, eso que solo hacen aquellas personas que saben hacerlo, esa gente que sabe salir airosa en los momentos más comprometidos, que quita valor a lo que no lo tiene y pone todo el interés en lo que forma parte del engranaje de una empresa bien organizada, donde los planes son tan flexibles, que los proyectos acaban triunfando, dando lugar a otros proyectos con mejores programas, que dan nombre a nuevos Planes de empresa .
La gente que sabe mandar, hace ganar a quien se emplea en cualquier proyecto.
No actúa nunca de mala fe, y espera con ansiedad a que un buen resultado cambie la actitud del que se encuentra en un estado de desidia, apatía o rrabia contenida.
Saber mandar es un arte, por ello si conoces a alguien en el camino y detectas que sabe mandar dale una oportunidad, no se puede enseñar a nadie a mandar, pues saber mandar solo te lo da la experiencia.
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