Cuando algo nos hace daño, no buscamos el porque y en la solución, actuamos con las tripas y nos defendemos con ironía, lo más peligroso con una agresión, depende de lo educada que sea la persona.
Algo tan sencillo como pensar un poco y dar una solución a lo que nos incomoda, actuamos impulsivamente, sin pensar que nos hacemos daño a nosotros mismos y a los demás.
Saber controlar la ira, es algo puesto muchas veces de moda, pero que no se aplica como una formación reglada, para que sepamos canalizar nuestros sentimientos.
Vivimos en un mundo competitivo, y utilizamos los sentimientos como instrumento, y a las personas sin formación como elementos manipulables, para conseguir los mayores beneficios y como siempre está detrás el tema económico.
Cuando aprenderemos que pensar en el bien de todos es pensar en el bien de uno mismo.
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