Quien negocia con una humilde vivienda no es un empresario, es un usurero, alguien que se aprovecha de las miserias de los demás, la vivienda básica, para vivir dignamente, nunca puede ser una mercancía, para otros.
Sin vivienda el ser humano no puede desarrollarse socialmente, no puede evolucionar como persona, no puede gozar de salud, ni puede ofrecer nada a la sociedad, pues ha sido relegado, a una simple mercancía en potencia de desaparecer y dejar de existir como persona y después como ser humana con una vida enterrada abocada a desaparecer.
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