domingo, 8 de enero de 2012

El acto de salvar

Tenemos muchos seres humanos el impulso natural de querer salvar a aquellos que necesitan ayuda, pero en realidad, nunca pensamos que hay veces que se producen daños colaterales por ello. ¿A quien salvar? cuando se produce este dilema, siempre hay que pensar en hacer el menos daño posible cuando intervenimos, y si te equivocas, el peso sera durante mucho tiempo insoportable. Muchas veces es mejor no intervenir si no sabemos bien y a ciencia cierta de que no perjudicaremos a otras personas, salvando a otras. Los actos heroicos, son alabados, pues alguien pone en riesgo su vida para salvar a otra., nadie se pone a pensar en estos casos, y actúa por instinto. Cuando sale bien es un héroe, pero si muere en el intento pensamos que esta persona no supo calcular el peligro que corría. Y la persona que salva la vida queda marcada por la muerte de su salvador. Hasta que punto es necesario intervenir, sin causar daños, es muy difícil. Pero la preparación de las personas que se dedican a salvar a las personas ha de ser profesional ante todo, donde sentimientos e impulsos han de ser controlados en décimas de segundos, y el discurrir sea un ejercicio cotidiano, donde además del fracaso en la intervenciones, sean fruto de aprender en no caer en el mismo error. Todo el que cae en un proceso traumático, a de ser investigado, nos ayuda a que los errores no se vuelvan a cometer, existe la excepción de cuando nada  ni nadie puede evitar un fatal desenlace.

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